LA RUINA MORAL

la ruina moral

«Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo.» (Benedicto XVI)

El ejercicio de la libertad individual, entendida como el espacio en el que una persona es capaz de desarrollarse y relacionarse con el resto de la sociedad, es uno de los conceptos básicos que cualquier joven aprende durante su proceso de tránsito a la madurez. La verdadera libertad consiste en respetar la de los demás, entender que la sociedad es plural. La libertad se consolida en el respeto a la Ley, y en comprender que el fin no lo justifica todo y que existen numerosos canales de participación democrática para expresar una opinión, sea la que sea.

Vivimos en una sociedad en la que conceptos tan básicos como éste, deben ser permanentemente recordados, porque hay algunos que se encargan de destrozar día a día esa misma libertad que luego dicen defender. Y lo hacen mediante el tradicional mecanismo de la imposición ideológica y de la algarada. Es decir, sólo lo que a ellos les parece bien, es ejemplar.

Quienes hacen uso de este tipo de mecanismos no han descubierto la rueda. Los regímenes totalitarios, como la Venezuela de Chávez y Maduro o la Cuba de los hermanos Castro, siguieron el mismo proceso. Primero la violencia verbal como forma de amedrentamiento. A continuación, la violencia física. Y por extensión, el surgimiento de un régimen totalitario que concede el poder a los de la algarada para crear un nuevo orden basado en impedir que quien no piensa como tú, tenga algún espacio de poder y libertad.

Viene esto a colación de lo sucedido la pasada semana en la Universidad Autónoma de Madrid, con los 200 encapuchados que reventaron la conferencia que iba a impartir Felipe González. Episodio que no es nuevo. Hay muchos precedentes recientes, y algunos más lejanos. Me resultaría imposible enumerarlos todos, aunque recuerdo cómo los grupos de ultraizquierda reventaron en la Universidad de Salamanca un acto del padre del preso político venezolano Leopoldo López, entre insultos y gritos de “golpista”. También en Brunete sufrimos el acoso de los radicales, a través de pintadas, cuando el padre de Leopoldo López vino a exponer la gran mentira del juicio político a su hijo.

Para Pablo Iglesias, el autoproclamado líder de “la gente”, lo sucedido en la Universidad Autónoma es “salud democrática”. Ya se sabe: la turba siempre tiene razón. Peculiar concepto de “salud” el que tiene Iglesias, para quien los motines carcelarios “han mejorado la Democracia” y los escraches, no lo olvidemos, eran también “jarabe democrático”. Seguro que la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, también quería aplicar “jarabe democrático” cuando asaltó una capilla de la Universidad Complutense al grito de “arderéis como en el 36”. Unos hechos por los que ha sido condenada por vulnerar los derechos fundamentales de los católicos, y por los que debería haber asumido responsabilidades políticas que en Podemos, por cierto, no le han pedido. Seguramente, ni siquiera se lo habrán planteado. Todos sabemos que aplicar remedios de “salud democrática” a veces conlleva “contraindicaciones”. Salvo si eres del partido de “la gente”.

El linchamiento ideológico tiene muchas caras y más caminos que los que conducen a Roma. El anonimato de las redes sociales ha propiciado que la jauría propague su dictadura ideológica. Y cada día expelen contra un objetivo diferente. Si un niño llamado Adrián, enfermo de cáncer a sus 8 años, sueña con ser torero, qué mejor que desearle directamente una muerte rápida. Si fallece corneado el torero Víctor Barrio, qué mejor que festejarlo y de paso desearle la muerte también a su viuda. Si la actriz Marta Etura se atreve a decir en una entrevista que cree que se debe dejar gobernar a Rajoy para que no haya terceras elecciones y que Otegi debe estar fuera de las instituciones, lo de menos es leerse la entrevista entera para entender sus razonamientos. Es más fácil el linchamiento, el insulto y la humillación.

A estas alturas habrá quien aún se sorprenda de que el PSOE se haya abierto en canal para evitar un gobierno Frankenstein con los de Podemos y con los que quieren romper España. Con los que revientan actos en las Universidades y propagan el sectarismo ideológico en las redes sociales y en muchos de los Ayuntamientos en los que gobiernan.

Estos días de relativismo moral han provocado incluso la agresión en Alsasua a dos guardias civiles, y lo más grave: también a sus mujeres. Una agresión que no ha sido condenada por los abertzales proetarras, ni por los de Podemos, y que ha contado con el silencio, cuando no connivencia, de parte del PSOE navarro. Precisamente por ello, son tiempos de defender que lo que necesita España es lo mismo que reivindica el presidente Mariano Rajoy: moderación. España necesita un gobierno que siga construyendo un relato de nuestra sociedad a partir de la pluralidad de los españoles.

En España la convivencia está lejos de ser un problema, mas al contrario, pero no debemos permitirnos dar ni un paso atrás en ese sentido. Los españoles reclamaron en las urnas, a todos los partidos políticos, un esfuerzo a la hora de alcanzar acuerdos. Es el momento de que los intereses partidistas queden atrás para avanzar en una política que defienda el bienestar de todos los españoles. Debemos impedir, con diálogo y moderación, con unidad y voluntad de conciliación, que algunos impongan su relativismo moral. Debemos buscar una España unida, sólida y fuerte para afrontar todos los retos y compromisos que el siglo XXI nos propone como sociedad y como nación.

El ‘seny’

blog el seny«El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él» (Proverbio chino)

En los años 80 se hicieron muy célebres unos anuncios publicitarios en los que diferentes marcas de detergentes competían por ser quien más blanco lavara. Cientos de consumidores se decantaban por una u otra marca en la esperanza de que esa mancha que se resistía a abandonar nuestra ropa, quedara definitivamente eliminada por las bondades del detergente de turno.

El paseíllo por Madrid que ha realizado esta semana el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, ha sido, precisamente, buscando una operación de blanqueamiento. Puigdemont se trajo a Madrid su perfil aparentemente más moderado. Eso sí, lo hizo después de repetir hasta la saciedad que en Cataluña habrá referéndum de independencia a cualquier precio. Es por tanto imposible dialogar con quien sólo aceptará que se cumpla con su ruta secesionista.

Porque de lo único que Puigdemont quiere hablar es de cuándo y cómo se realizará un referendum, que el ‘president’ sabe que nunca tendrá lugar, básicamente porque sería ilegal. Ya lo dice el artículo 2 de la Constitución Española, que en 1978 fue aprobada en las urnas por amplia mayoría, también en Cataluña, y en el que se fija la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”.

Convergencia, el viejo partido del ‘seny’ (sensatez), de la burguesía catalana moderada, ha perdido toda la cordura desde que Artur Mas le precipitara por el barranco de la independencia, en una permanente huida hacia delante que, de momento, a lo único que ha conducido es a dividir a la sociedad catalana; a que Convergencia haya perdido votos elección tras elección; y a tener que ‘refundarse’ como Partido Demócrata Catalán para blanquear un pasado ‘convergente’ acorralado por la investigación al clan Pujol. Para terminar de volatilizar el ‘seny’, qué mejor que la burguesía catalana se alíe con los radicales antisistema de las CUP-Jong-Un. Los mismos que lanzaban cocktails molotov por la noche en el barrio de Gracia y se vestían de concejal por la mañana; que pedían quitar la estatua de Colón; o pretendían educar a los hijos en una tribu, entre otras distopías.

Pero Puigdemont se ha dado cuenta de que en el detergente catalán se necesita un agente blanqueador extra más allá de las CUP-Jong-Un. Y eso lo ha encontrado en Pablo Iglesias, el autoproclamado líder del “partido de la gente”. Debe ser que quien no vote a Podemos, no debe ser “gente”. Serán otra cosa. ¿Quizá gentuza?

La deriva nacionalista de Podemos, junto a su perfil marxista añejo, es ciertamente preocupante y se extiende por diferentes territorios. En el País Vasco, por ejemplo, eligieron de cabeza de cartel a Pili Zabala, hermana del miembro de ETA asesinado por los GAL, para robarle voto independentista a EH Bildu. Con escaso acierto, a tenor del resultado obtenido por Podemos que ha llevado a otra nueva purga en esta formación. Pili Zabala no es la portavoz de su grupo. En román paladino: le han indicado el camino de salida. Incluso en territorios donde el nacionalismo no llegó a inocular su veneno, como Andalucía, Podemos se llegó a plantear hace un tiempo la creación de una “marea andaluza” con tintes nacionalistas. Veremos si en el futuro dan ese paso.

Lo que está claro es que a Puigdemont le van los radicales. La antigua Convergencia, la casta burguesa catalana, y el partido de “la gente”, el de Iglesias, han dialogado para un fin común: romper España. Mesa y mantel mediante, al más viejo estilo “casta”, Iglesias le mostró a Puigdemont su apoyo al “derecho a decidir”, eufemismo inventado por el nacionalismo para ver si engañan a todo aquel que los quiera escuchar.

Iglesias le dijo sí a Puigdemont a un referéndum pactado. Y también le dijo que votará que no al suplicatorio para que el portavoz de Convergencia en el Congreso, Francesc Homs, no vaya al banquillo de los acusados, juzgado por aquel teatrillo ilegal, vestido de referéndum secesionista, que Artur Mas y los suyos nos regalaron un 9-N. En la moral de Iglesias, si sus “amigos” cometen una ilegalidad, mejor tratar de evitar que haya juicio.

A esta comida sólo faltó un invitado: Pedro Sánchez. A Sánchez su partido le obligó a dimitir. Entre otros motivos, por apuntarse al blanqueamiento del nacionalismo con un pacto que algunos en el PSOE creen que ya estaba muy avanzado, y que pasaba por convertirle en presidente de España con los votos a favor de los que quieren romper España. Todo valía para formar un gobierno “Frankenstein”. El día que en clase explicaron que no se puede poner al zorro a vigilar el gallinero, Sánchez debía estar en casa.

Para recuperar el ‘seny’ no hace falta una operación de blanqueamiento. Lo imprescindible es seguir explicando a los catalanes que España es un proyecto abierto, plural y moderno, fraguado sobre generaciones de españoles que trabajaron por su país. Un país en el que caben todos. Lo que debe hacer Puigdemont es sentarse a dialogar de lo que de verdad importa a los catalanes, que lo que quieren es vivir en una sociedad más próspera y con más libertades, donde se respete la Ley y haya igualdad de oportunidades.

Puigdemont debe abandonar la ciencia ficción, apartarse de los radicales, recuperar el sentido común y el camino de la realidad. Debe apostar por una Cataluña integrada en España, donde la Libertad y la conciliación sean las protagonistas. Cataluña y los catalanes merecen unas instituciones que estén a la altura y ahora, sin duda, no las tienen.

Desertando de la Hispanidad

hispanidad brunete«España es una nación desde siempre, es el pueblo más antiguo de Europa.» (Mariano Rajoy)

Entre las virtudes que más aprecio del ser humano se hallan su voluntad férrea y su capacidad de ilusionarse con un proyecto y de esforzarse hasta límites insospechados por culminarlo. Y si algo merece todo mi respeto, es el sudor y las lágrimas, incluso a veces la sangre y las cicatrices, de quienes hacen de sus sueños el impulso que mueve hacia adelante sus vidas. En esto España es una nación afortunada, ya que a lo largo de los siglos hemos forjado nuestra historia con los éxitos, las victorias, los sueños, las conquistas y, cómo no, también con las lecciones que implican los fracasos, de grandes hombres y mujeres.

El 12 de octubre conmemoramos la hazaña de uno de estos héroes, uno de esos hombres cuya voluntad de hierro logró perseguir un sueño, a pesar de que la mayoría lo considerase una absoluta locura, siendo capaz de superar obstáculos y vicisitudes inverosímiles hasta alcanzarlo. Un visionario adelantado a su tiempo, cuya perseverancia culminó fraguando uno de los hechos más importantes de la historia universal: el encuentro entre dos mundos.

Desde entonces, España y América caminan de la mano y juntos conmemoramos aquella fecha con el Día de la Hispanidad; para nosotros Fiesta Nacional. Se trata de nuestro día grande, y Madrid, capital del reino, lleva décadas acogiendo los actos festivos de homenaje a la bandera y el tradicional desfile militar que preside el Rey, y en el cual están presentes los representantes de las diversas instituciones a nivel nacional, autonómico y local. Madrid, a nivel autonómico estará representado por su máxima autoridad, la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes. Sin embargo, este año, habrá una novedad: la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, no estará presente en las celebraciones. Será la primera vez que un alcalde o alcaldesa de la capital no acude al homenaje.

La edil ha enviado al Rey una misiva en la que excusa su asistencia por motivo de un viaje de trabajo a Bogotá. Parece ser que tiene una importantísima e ineludible cita en la capital de Colombia, para asistir a la Asamblea Local de Líderes Locales y Regionales que, a pesar de comenzar el día 14 de octubre (dos días después de nuestra Fiesta Nacional), se hace incompatible con su presencia en Madrid. La agenda de la regidora madrileña también contempla su asistencia al Foro de Mujeres Electas Locales presentado por la alcaldesa de París en el que, curiosamente, intervendrá como ponente su homónima de Barcelona, Ada Colau. No seré yo quien ponga en duda que su participación es realmente importante, casi indispensable, pero en unos momentos en los que el rechazo por parte de la izquierda a la política institucional está alcanzando cotas realmente preocupantes, convendría que la alcaldesa de la capital asumiera su responsabilidad como tal. Quizás alguien debería recordarle que le guste más o menos, tiene un cargo institucional y por tanto, también forma parte de España.

La ausencia de la alcaldesa rompe una tradición que hasta ahora todos los antecesores en el cargo habían respetado. Carmena estuvo el año pasado en los actos del Día de la Hispanidad y también estuvo presente este año en el desfile con motivo del Día de las Fuerzas Armadas, en el que por cierto, fue recibida con algunos abucheos y gritos pidiendo su dimisión. Tal vez no quiera volver a enfrentarse a una situación parecida, pero el hecho es que está manifestando una falta de respeto institucional de gran relevancia, en la misma línea que están siguiendo todos estos líderes de la “nueva política” de izquierdas, contra las instituciones y los símbolos que las representan.

Esta nueva política se reconoce por su rechazo visceral a las instituciones que conforman el Estado, el cual exhiben de una forma teatral y frívola, aprovechando los momentos y las ocasiones más especiales para asestar sus salidas de pata de banco de forma que tengan la mayor repercusión posible. A la mediocridad de estos líderes se suma la patología que adolecen habitualmente de confundir los intereses de una parte o del partido, con los del conjunto de la sociedad a la que representan puesto que se hallan dentro del aparato del Estado, aunque permanentemente quieran obviarlo.

Cómo se puede respetar a aquéllos que no respetan nuestro sistema, nuestra historia, nuestra cultura, en definitiva… nuestra patria.

Aquel 12 de octubre de 1492, la silueta de tres carabelas escoltadas por otras tantas embarcaciones de remo más pequeñas, recortaban el nítido lienzo azul que apenas permitía distinguir el cielo de las aguas. Enfrente, los rayos de sol se colaban entre la espesura de los árboles. Junto a la exuberante vegetación virgen, decenas de ojos observaban atónitos la llegada de unos seres completamente extraños, vestidos con ropas añejas, demacrados por la durísima travesía marítima y curtidas su piel y su alma por un viaje que concluían tan agotados como emocionados ante el hecho de poder pisar tierra y culminar con éxito su histórica aventura. Colón acercó su rostro a la tierra y arrodillado, beso el suelo como muestra de agradecimiento y de respeto. En su rostro y en los de su tripulación, todo aquello que yo respeto profundamente: el sudor, las lágrimas y las cicatrices de sus almas. Eso que debería respetar la señora Carmena y ese grupo que conforma la nueva política de la izquierda, porque ese puñado de hombres y mujeres valientes forjaron nuestra historia, la historia de España.